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lunes, 13 de junio de 2016

De los días a Bogotá -parte II-

De Otavalo a la frontera.
Despierto, aún estoy en el bus. No falta mucho para llegar a Quitumbe, terminal sur de Quito. 
Me tomo unos minutos para ordenar mi mochila y luego tomarme el Trolebus (bus interurbano con carril particular de la ciudad capital). Según las indicaciones de Ayrton debería tomarme el Trole que va a la "Y" y bajarme en alguna estación que no sé porque empiezo a preguntar como llegar a la UTE en vez de leer lo que yo mismo escribí en mi cuaderno.
Apretados nos ordenamos en el interior del transporte y este hace su largo recorrido pasando por el centro de la ciudad.
En el parador "La Carolina" desciendo y camino hacia la UTE que es el punto de referencia para ubicar el local de los padres de Ayrton. Al frente del edificio de la Cruza Roja se encuentra Un lugar especial, lugar de desayunos y comidas. Ingreso y conozco a Letty y luego a Jorge, los padres de mi amigo. Me invitan a dejar mis cosas y tomar un desayuno. 
La buena onda que hay en el local me gusta. El señor Jorge es muy ameno en el trato y me siento cómodo estando allí y conocerlos.
En la mañana el trabajo en el local es de preparar el Seco de pollo para el desayuno y también almuerzo. Se preparan diferentes platos en la semana, aunque lo que más piden los clientes es el Seco de pollo. Cierto, el Seco es un plato típico de Ecuador, bien caserito, a base de pollo, cebolla, tomate, papa y otros ingredientes que ya descrubriré.
El local se llena de clientes a la hora del almuerzo y el movimiento es constante. Por suerte no se agita ninguno y esa buena vibra continúa en el aire del local.
En la tarde, al terminar el trabajo, conozco la casa de Ayrton. Cenamos y después de una ducha me acuesto a dormir este primer día en Quito.
Hace mucho no me despertaba temprano para "trabajar". Cierto, desde Coroico que no lo hacía.
La mañana en Quito es fría. Desde donde estamos se ven las luces de la pista del aeropuerto cubierta por una tenue niebla. Caminamos unas cuadras para tomar el bus que nos deja en el local. Esta será la rutina en mi estadía en Quito, disfrutando cada momento en el local y los sabores que pruebo. Confieso que he estado algo desatento en los nombres de las comidas y sus preparaciones. En cada charla con amigos es uno de los temas recurrentes, así que de ahora en más llevaré un anotador.
El martes conozco a Marianne, amiga de Ayrton, quien me invita a conocer Plaza Fosch y compartir una cerveza. La charla no se extiende mucho, pero volveremos a vernos.
Al día miércoles conozco a Luis y Gladys, los padres de Melany. Me invitan a comer a un lugar donde preparan comida de Otavalo. Como Tortillas de Caucara y de beber Morocho. La tortilla no es como la tortilla que estaba acostumbrado y el Morocho me pareció similar a la Mazamorra argentina.
El placer de conocer a los padres de mi amiga me pone contento. A pesar que nuestra amistad es reciente, parece como si fueran muchos años.

Termina la semana en Ecuador, este viernes es feriado nacional. Tomo la decisión de viajar con el padre de Melany a Otavalo, un pueblo al norte de la capital.
Me voy conociendo poco de Quito y no me disgusta en absoluto, siempre hay una oportunidad para volver.
Un lugar especial para mi.

La mañana del viernes me despido de los padres de Ayrton. Mi estadía en su hogar lo recordaré y agradeceré siempre. La ayuda que me brindaron es ENORME. Me invitan un último desayuno y luego emprendo viaje a Otavalo.
En el camino me invitan un café y un queso de hoja muy rico.

Otavalo es un pueblo pequeño y muy hermoso.
Es el turno de despedirme del señor Luis y continuar mi viaje a la frontera.
Lo que queda de este relato es corto.
Viajo hacia Tulcan en bus, desde allí tomo un mini-bus a la frontera en Rumichaca. El ingreso a Colombia es rápido, aunque hay muchisimos ecuatorianos que cruzan al vecino país a hacer compras.
Tomo el primer bus que se dirige a Bogotá y sin respirar, en un movimiento continuo, me vuelco en el asiento y descanso.

Al día siguiente llego a la terminal de Bogotá. Las nubes cubren el cielo y algunas gotas caen en la ciudad. Desde aquí hasta Funza es menos de 1 hora de viaje.
¿Por qué Funza? Allí vive mi amigo: Ander.
Hace 1 año y medio vive en Colombia y este reencuentro es muy especial para mi.
Bajo de la buseta, camino hasta encontrarlo y darle un gran abrazo.
Nuevamente estoy en casa.

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