Es el último día. Hace calor, mucho calor. Aún es temprano y no se escuchan los sonidos de la ciudad. Las cortinas están cerradas y la poca luz que ingresa al departamento me hace pensar que el día aún no inició. Doy vuelta mi cuerpo y quedo boca abajo sobre la almohada, tapo mis oídos pero "I want to talk about you" interpretada por Ryu Fukui, se reproduce en mi mente. Cada nota parece aleatoria y contengo la respiración. Volteo mi cuerpo, miro el techo blanco de profundidad infinita, pasa el tiempo, hago más tiempo de donde no hay y finalmente, en un esfuerzo semejante a la marcha de un barco recién salido del astillero, me levanto. Mi pie derecho, ingenuo, toca el suelo minado. Cada átomo de mi cuerpo se activa resonando sin sonido. La música en mi mente se apaga. Levanto la cabeza, busco entre los puntos que brillan como estrellas una de las tres leyes de Newton que justifiquen esto y también busco algunas palabras que definan este momento de dolor. Mis hombros se relajan. La tv se enciende y busco en internet música. Vamos de nuevo con Ryu; mejor no. "Cowboy Bebop Box Collection" todas composiciones de Yoko Kano.
Voy a darme una ducha.
Salgo del baño. Salgo del departamento. Me tomo el bondi -otra manera de llamar al transporte público, bien de Buenos Aires-. Suena "Octavarium" de Dream Theater por mis auriculares. El transito, las personas apuradas a llegar a quién sabe donde y las progresiones de los solos de Petrucci, Rudes y Portnoy crean un caos particular en estas vacaciones de enero.
Llego a casa de mi hermana y Octavio, mi sobrino, me recibe con un abrazo gigante. La calidez de la niñez que te hace volver a tu centro.
Me despido de Ameba, de Leo y de Ander. Siempre presentes en mi transito por la city porteña.
Subo al avión, logro visualizar Ezeiza en su extensión. Más alto, cuando nos elevamos cientos de metros se puede ver el Río de la Plata. Intento mantener los ojos abiertos, pero siempre es bueno un descanso antes de volver a casa.
El viaje no termina solo porque el cuerpo necesite, al menos por un tiempo, quietud. Hay mucho, muchísimo que recorrer y conocer.
Ahora inicia otro viaje, desde Salta...
Esta vuelta al blog va dedicada para Anatole, un full amigo de viaje!
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